Bongá II es la oportunidad de sensibilizarnos con nuestro mundo, encontrando en él que necesitamos hacernos cargo de lo que se nos ha dado para convertirnos en agentes transformadores. No podemos irnos de esta experiencia sin ser conscientes de la invitación a la compasión, a reconocer que nuestro paso por esta tierra es la ocasión de dejarla mejor que como la recibimos.
Por eso, en este día afinamos el oído al dolor del mundo, y dentro de él al lamento de tantos que sufren las desigualdades, la injusticia, la exclusión. Que esta contemplación de la realidad nos inspire a dar nuestro sí y convertirlo en verdaderas obras que hagan la diferencia en un contexto humano que siempre se piensa para sí mismo y que suele perder fácilmente el horizonte mirando su propio ombligo.
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